Kalandraka, 2004
"La ardilla roja estaba triste.
Sentía una pena muy honda porque su madre se había muerto y pensaba que nunca más sería feliz.
Su padre le secaba las lágrimas con ternura, intentando consolarlo.
Mamá siempre estará con nosotros...
Y con la mano, se golpeaba el pecho: ¡Aquí!
La ardilla no lograba entender. Lo único que veía era que ella ya no estaba..."
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